jueves, marzo 29, 2007

Venganza, diseños mejorados

Ha comenzado la temporada de lluvias acá en Auckland, los días son más cortos por el cambio de horario y el aire está cargado con augorios de un otoño maravillosamente melancólico. Mis levantadas por la mañana son mucho más lánguidas, y a veces agarro las largas almohadas y las apreto contra mi pecho y la cama... como me gustaría que esa sensación fuese de carne y hueso, que ese otro lado de la cama no esté tan vacía.

Me levanto cuando la luz que vomita prodigiosamente el tragaluz sobre mis ojos me saca de quicio, me desperezo ya no imitando a un gato porque mi odio hacia ellos ha ido creciendo en las últimas semanas, sino como un somnoliento ente de plasticina. Me dirigo al cocina y me preparo un desayuno, tras mi visita matutina al baño. Abro el ventanal, aunque llueva, y me siento a leer papers frente al viento y la cortina de gotas locas que se lanzan al interior de la casa en un intento de mojar mis piernas.

Tomo mi cámara, porque quiero mostrarles mi mañana. Con la casa vacía, toda para mi y mis ruidos. Me gusta imaginar que logro llenar la casa de mis pensamientos, olores, sabores, sonidos hasta que revienta completamente, sus paredes colapsan y mi esencia se esparce por la tierra del jardín, por el aire que mueve el viento... llegaría lejos, lejos arriba... quizás no volvería.

Mis compañeras son algunas plantas, los pájaros mynah y los tui. Y el eterno silencio que hace el vacío que succiona mis energías, las que quedan plasmadas invisibles al ser lanzadas contra las largas paredes monocromáticas. Si pudiera ver esas maravillosas pinturas... esos maravillosos colores... Vuelvo a la silla, tomo mi taza de té y sorbo un par de veces de ella para calentar el cuerpo y bajo la mirada a las líneas dibujadas en el papel que sostengo entre mis manos. Nuevamente estoy maquinando.


Si puedo, me vengo del gato pulgoso. Y lo dejo mojándose afuera, por ser inevitablemente la fábrica constante de pulgas que me pican los tobillos y canillas cuando estoy demasiado dormido como para ahuyentarlas mientras tomo desayuno. Otras veces las atrapo y las torturo. Mis ojos brillan impías de complacencia.

Si no puedo vengarme no dejo que se me acerque. Y me concentro en mis locuras científicas. Me fue rebien presentando mi nuevo set de experimentos, esta vez recibí una buena cantidad de retroalimentación positiva. El diseño es versátil.

Un solo aparato para probar two-action task y action-sequence en mis cuervitos. Nací para este tipo de cosas. Afortunadamente, no nací para hacer esto toda la vida.

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