jueves, julio 28, 2011

.. porque si no soy chocho, no puedo ser padre de verdad


Mi linda hija Zoé está aprendiendo a sentarse erguida, mientras yo me hundo en incontables fotos digitales de cerebros de cuervos, soñando despierto de tardes pasadas afuera, entre parques y playas invernales empujando su coche y susurrándole un arrollo sin fin de castellano chileno al oído.

Ya voy. Me falta poco y al mismo tiempo mucho, pero ya voy.

"El nuevo paradigma de universidades públicas que sueña Chile"

escrito por
Juan Guillermo Tejeda - Académico de la U. de Chile
27 de Julio (columna en www.elmostrador.cl)

En las últimas semanas los chilenos hemos avanzado casi tanto como en las últimas décadas en cuanto a la discusión nacional sobre universidades públicas, todo ello dentro de un contexto de sanadora sublevación estudiantil.

¿Qué se seguirá de todo ello? Lo que parece estar claro es que el modelo de sistema universitario que se ha venido arrastrando en Chile desde que regresamos a la democracia ya no corresponde a lo que la gente siente y pide.

La cobertura del sistema es satisfactoria, a niveles europeos, pero los costos son destructivos: la calidad se ha desplomado hasta el punto de que seguir llamando universidades a muchos de los establecimientos privados que han logrado ese nombre parece una burla; las familias chilenas pagan más que ningún otro país en el mundo y quedan endeudadas por muchos años, y a menudo a cambio de una educación chatarra; las universidades serias, en cambio, tienen serias dificultades para sobrevivir. El afán universitario se centra hoy en la competencia, no en la colaboración. El mundo del saber se nos ha vuelto conservador, utilitario y mercantilista. Sólo son felices los que lucran. Es esto lo que la gente está rechazando.

Si todo marcha correctamente, de esta crisis bien pudiera emerger un nuevo modelo de sistema universitario.

Chile merece, ante todo, un sistema articulado de universidades públicas y estatales, estructurado a lo largo y ancho del país, un sistema de calidades estandarizadas, con una misión común que no sea la de sobrevivir a costa de lo que sea sino la de brindar a los chilenos un espacio serio, estable, bien administrado y dinámico para el desarrollo del conocimiento. Es lo que tienen todos los países desarrollados, y lo que siempre tuvimos.

Un sistema así sólo se sustenta con aportes basales provenientes del Estado. No menos de un 50% del gasto debe ser de aporte central, y esto no por un capricho, sino porque ello es indispensable según parámetros internacionales. El mismo dinero que las familias chilenas están gastando con mucho esfuerzo y poco resultado puede canalizarse estatalmente para garantizar un uso regulado, orientado al bien común, sin usuras, dentro de márgenes razonables de calidad.

Al mismo tiempo, el marco operativo y legal debe adecuarse a esta misión, y por tanto debe ser específicamente diseñado para las universidades públicas, no sólo para sus gobiernos respectivos, que es asunto de enorme relevancia, sino también para coordinar adecuadamente el sistema como un todo. Las universidades públicas son tan envidiadas cuando funcionan bien, que todos quieren apropiárselas: el poder político mediante una intervención exagerada del gobierno; los diferentes grupos ideológicos armando trenzas endogámicas internas que ven a cada unidad académica como un bastión a conquistar para los suyos; otros sueñan con privatizarlas y las erosionan con ese fin; los estudiantes se las toman o se las apropian cuando les parece, paralizándolas a veces indefinidamente, con los costos enormes que ello conlleva; los burócratas tienden a hundirlas en una niebla gris de formularios en nueve copias. De lo que no tiene dueño todos se sienten dueños, a veces demasiado.

Es preciso buscar en los más modernos modelos de gobierno universitario una modalidad adecuada a nuestra realidad, que permita la participación libre de todos los actores y grupos en una dialéctica razonable, y que desestimule las maniobras de apropiación. Y por cierto que es preciso garantizar que cada peso del dinero de los ciudadanos se gaste correctamente. Para ello existen herramientas específicas de control y no se ve por qué no podríamos aplicarlas exitosamente en nuestro país.

Estos recursos materiales y operativos, en un modelo renovado, debieran orientarse a lo que es la misión de las universidades públicas: colaborar más que competir, hacer investigación, crear nuevo conocimiento, formar parte de las redes mundiales en cada especialidad, publicar, dialogar, desarrollar labores de extensión, y también por cierto enseñar en pregrado y en posgrado. Las universidades son comunidades de comunidades, cada una de las cuales está formada por expertos. Por sobre todo es preciso preservar en ellas un clima de conversación, un ambiente de curiosidad, de amor por el conocimiento.

Las universidades no son, como afirman muchos políticos, ascensores para pasar de una clase social a otra, aunque tengan un rol relevante en la ecualización social y en el mejoramiento de las expectativas económicas. Son los espacios que las sociedades modernas se dan para preservar, transmitir y generar conocimiento en condiciones de libertad, equidad y pluralismo. Por ejemplo, la compleja investigación sobre el genoma humano de la Universidad de California quedó a disposición de todos en la red porque es una universidad pública, en tanto que la investigación paralela hecha en instituciones privadas es una mercancía más por la cual hay que pagar.

Un sistema universitario público que permita a alguien joven de Punta Arenas o de Iquique o de Valparaíso o de Santiago estudiar lo que su vocación le señala dentro de lo que el sistema social puede sensatamente ofrecerle como campo de desempeño, en condiciones de buen trato, equidad, pluralismo y convivencia con personas no siempre del mismo medio o de las mismas convicciones, será sin duda un potente ecualizador cultural, social y económico, una escuela de civismo.

Que las universidades públicas sean el motor de un nuevo modelo obliga a los académicos, estudiantes, personal de colaboración y gestores de las universidades estatales a ponerse las pilas. Muchas ineficiencias que se dejan pasar hoy porque el sistema ha sido injustamente atacado tendrían que remediarse. Los planteles deben contar con sistemas razonables y eficientes de gobierno orientados al cumplimiento de su misión. La gestión participativa es vital, pero no debe suponer blanduras en la toma de decisiones y en las sanciones cuando estas deban aplicarse. Las universidades estatales se obligan, en un nuevo esquema, a garantizar calidad según estándares homologados internacionalmente.

Si a un financiamiento adecuado se une una reforma operativa, y ello se hace contando con que el acceso no quedará afectado por el menor poder adquisitivo de los que pertenecen a sectores más vulnerables, y que habrá herramientas para frenar las malas prácticas de las universidades privadas, podríamos esperar razonablemente un cambio de modelo. Pero este no vendrá por sí solo: quienes creemos en las universidades públicas debemos visualizarlo, sentirlo viable, y proponerlo al país.

Hoy tenemos un modelo de mercado donde las universidades estatales pueden, como las privadas, desplegar su oferta a los consumidores de educación superior. Este engendro no es viable. Pertenece a un modelo de pensamiento neoliberal para el cual la educación es un bien de consumo. Pero la educación es otra cosa.

El país reclama hoy un sistema nacional de universidades públicas modernizadas y dinámicas, para que se desarrolle allí el saber en condiciones de equidad, complejidad y pluralismo.

Esto significará, como ocurre en cada reforma importante, fundar nuevas universidades estatales, reformular algunas, reubicar a otras. Podríamos pensar, por ejemplo, más allá de suspicacias: ¿Debería quizá fortalecer su matriz tecnológica la USACH, a la manera de muchas grandes universidades de países desarrollados, coordinándose con universidades de regiones que se orientan hoy en similar dirección? ¿Podrían la Universidad de Chile y la Universidad de Playa Ancha –otro caso– revincularse activamente con la UMCE para reformular un plan de oferta pedagógica con alcance nacional? Acomodos estos que, de hacerse, jamás debieran ocurrir al modo autoritario de la dictadura, sino por el contrario, mediante procesos participativos y consensuados.

A veces la descentralización quiere decir universidades más pobres allí donde hay menos recursos, lo que es un atentado al principio de equidad y una burla para la descentralización. A menudo las universidades estatales se han visto obligadas a ofertar precipitadamente productos de consumo educacional para poder sobrevivir, siguiendo modas, sin criterios estructurados. Ello no sería sostenible en un nuevo modelo nacional.

Las universidades no estatales, por su parte, harían bien en asumir su condición. Algunas de las que se dicen públicas, si quieren realmente serlo, quedan invitadas a donar sus terrenos e instalaciones al Estado, y si prefirieran no hacerlo deben reconocer que son privadas. Serán un complemento del sistema, no su motor. A menudo las universidades que son consideradas “las mejores” tipo Harvard son corporaciones privadas casi siempre tradicionales y escoradas hacia lo confesional y lo elitista. Sus indicadores son altos cuando se trata de tener Premios Nobel o postgrados o investigaciones, pero sin duda no serían tan altos si midiéramos sus esfuerzos por la equidad o sus contribuciones al pluralismo y al sentido cívico. Su control suele escapar al gobierno participativo de sus integrantes o a la voluntad de los ciudadanos, y se resuelve finalmente entre unas cuantas familias o individuos o grupos económicos a menudo externos. Quizás hagan grandes aportes al clasismo, a la desigualdad, al miedo, al sometimiento de los ciudadanos a normas misteriosas que brotan desde los grupos más privilegiados.

En cuanto a las que hoy se dicen universidades pero son meros negocios ideológicos o inmobiliarios o de oportunismo mercantil, deberían quedar impedidas de usar la denominación de Universidades.

sábado, julio 23, 2011

Indignados Made In Chile?




la música es a veces de la Película Tiburón

Zolezzi en Tolerancia Cero (18 de Julio)




Debo agregar que sino fuera por los cientos de chilenos que suben videos a YouTube estaríamos hasta el cornete con la velocidad del sitio de Chilevision en Internet.

Gracias a todos los flaites de las tomas!!! (Ya saque a luz mi hilacha piñinienta)

viernes, julio 22, 2011

En el lado chistoso

Me niego a ponerlo en mi blog, pero existe sí, existe, un video en YouTube de otro flashmob en la Plaza de Armas (como el Thriller ante la Plaza de la Constitución) realizado por estudiantes en protesta de la situación en la que se encuentra la Educación Chilena. Tipeen "Gagazo por la Educación".

Aunque igual de pendejo, pero menos viciado, pondré este video para los que como yo crecieron viendo idioteces en la TV y ahora esas idioteces han sido aprovechadas para transmitir un mensaje más interesante.




jueves, julio 21, 2011

COLUMNA DE OPINION DIARIO EL MOSTRADOR.CL
20 de Julio de 2011

La vieja historia de Piñera y la educación como bien de consumo

por
JAIME RETAMAL
Facultad de Humanidades de la Usach
http://educacion.usach.cl

En Cuadernos de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en su edición de Abril del año 1980, encontramos un extraordinario artículo –de carácter científico- del joven Ph.D. en economía por la Universidad de Harvard, Sebastián Piñera, a la sazón, Gerente General del Banco de Talca.

Es extraordinario, pues reconocemos en él a un hombre de principios.

Hoy, 30 años después, Sebastián Piñera es nada menos que todo un hombre, ya maduro, con años de experiencia en la economía, las finanzas, los negocios; feliz, exitoso, winner; hombre de familia y Presidente de la República, funcionario público, servidor público, electo democráticamente, hoy -decimos- reconocemos en él a un hombre de principios.

Es lo que los pueblos necesitan. Hombres de principios claros, evidentes, racionales, apegados a la naturaleza de las cosas, máxime si están sustentados científicamente. Chile no necesita populistas bananeros tercermundistas.Después de 30 años, escuchamos al presidente de Chile Sebastián Piñera, entregar un mensaje de unidad ante el conflicto universitario, un mensaje centrado en mejores oportunidades de acceso, en más y mejor control de calidad y en más financiamiento para las universidades.

Si comparamos el mensaje de hoy con el artículo de hace ya 30 años, encontraremos similitudes a nivel de principios, orientaciones y fundamentos extraordinarios.

Después de 30 años, el presidente Piñera mantiene sus principios. Demuestra ser un excelente alumno de la escuela neoliberal norteamericana.

El artículo de 1980 se llama literalmente Orientaciones para una Reforma al sector educacional chileno. No obstante, el artículo específicamente se enfoca, en su tercera parte, a entregar lo que denomina orientaciones de “políticas” en educación.

TAREAS CLARAS
Su actualidad y oportunismo era innegable, pues la dictadura de Pinochet estaba ya embarcada en su “revolución sistémica” a toda la estructura educacional chilena.

¿Por qué Augusto Pinochet Ugarte se preocupó de la educación? Pues, simple. El Decreto Ley Nº1 publicado en el Diario Oficial el 18 de Septiembre de 1973 ya lo decía: “la Fuerza Pública[…]representa la organización que el Estado se ha dado para el resguardo y defensa de su integridad física y moral y de su identidad histórico-cultural”. Había que defender a Chile que se encontraba en un proceso de destrucción sistemática e integral de los elementos constitutivos de su ser “por efecto de la intromisión de una ideología dogmática y excluyente, inspirada en los principios foráneos del marxismo-leninismo”.

Ahora bien, ¿Qué era el marxismo? El Decreto Ley Nº 77 del 13 de Octubre de 1973 lo explica claramente. La doctrina marxista “(1)…encierra un concepto del hombre y de la sociedad que lesiona la dignidad del ser humano y atenta en contra de los valores libertarios y cristianos que son parte de la tradición nacional;(2)…es incompatible con el concepto de unidad nacional;(3) …se orienta a la destrucción de elementos esenciales y constitutivos del ser nacional”.

Había que salvar a Chile. Por ello, como decía DL Nº77 “sobre el nuevo Gobierno recae la misión de extirpar de Chile el marxismo, de reconstruir moral y materialmente el país hacia el desarrollo económico”. Por esta razón Augusto Pinochet Ugarte, el gremialismo y la derecha en su totalidad se preocuparon de la educación.

La educación fue para ellos un poderoso instrumento para la redención del pueblo y para el desarrollo económico. Carambola perfecta.

Nadie se podía restar en tan noble tarea escatológica, ningún patriota de buena voluntad.

Esa tarea seguía vigente en 1980. ¿En qué podía aportar un economista formado en economía de la educación, joven, audaz, gerente? Debía ponerse manos a la obra y aportar al país.

TALCA, PARÍS Y CHICAGO
Talca es un sentimiento. Es una ciudad melancólica. Una ciudad sin glamour, sin grandes avenidas, pero que se resiste al paso del tiempo a fuerza de ser totalmente bucólica, sobre todo para quienes ya no están ahí.

¿Qué hace un joven gerente Ph.D. de Harvard en Talca y en su Banco en 1980? Para algunos la cárcel es una bendición. Grandes personajes de la historia de la humanidad han pasado por ella, fortaleciendo su espíritu y su carácter para comenzar a ser líderes de pueblos y naciones. Piñera no fue a la cárcel. Debido a la demanda por la quiebra del Banco, fue encargado reo. Pero la justicia, posteriormente lo absolvió.

Sebastián Piñera siempre ha dicho que en ese año 1980 fue perseguido por la dictadura debido a su defensa de los Derechos Humanos y a sus ideas políticas.

En fin… fue en Talca donde escribió seguramente gran parte de su artículo estrella de 1980 de la Revista de Economía de la PUC.

No es menor. Tanto impacto tuvo esa tercera parte del artículo científico del joven Sebastián Piñera, que la principal revista de divulgación doctrinal del gremialismo de Jaime Guzmán, la Revista Realidad, la publicaba en su totalidad para la edición de Abril de 1980.

Según el Piñera de los 80 no existe razón alguna para que el Estado subsidie con recursos públicos a estudiantes de ingresos medios y altos; concluye “en consecuencia el financiamiento de los gastos de docencia incurridos por los centros de educación superior debiera recaer sobre los estudiantes universitarios, que son sus principales beneficiarios”.

La razón es clara, pues “…el capital humano adquirido por aquellos alumnos que logran acceder a la educación universitaria, es indudable que, al egresar del ciclo de educación universitaria, lograrán niveles de ingresos que los asimilarán a los grupos de ingresos medios y altos”. Lógico. En el mercado del conocimiento, el saber universitario es un capital que se compra individualmente y beneficia fundamentalmente a su propietario.

¿Cómo lo hacemos para no excluir a los estudiantes de niveles medios y bajos que no puedan pagar? La respuesta es clara, pues “en estas circunstancias, la acción del Estado no debiera orientarse hacia la implementación de un sistema de subsidios masivo e indiscriminado a favor de los alumnos universitarios, sino que, muy por el contrario, ella debiera orientarse hacia la implementación de un sistema de préstamos que permita financiar los costos directos e indirectos de la educación universitaria”. Todos pagan. En ningún caso, en el mercado del conocimiento, el saber universitario debe ser gratuito. Si no hay dinero al momento, crédito. Pero todos pagan. Normal. Lógico.

Pero ¿cómo paga después el que obtuvo un crédito y era de nivel medio o bajo? “Los créditos obtenidos por los alumnos mediante este sistema, durante el período de educación superior, serían cancelados, con un período de gracia determinado, con posterioridad al egreso de los alumnos de la educación superior”. Bueno, paga, pero con facilidades.

No quiero dejar pasar una nota al pie de página muy interesante; dice “en forma extremadamente selectiva este sistema de préstamos podría complementarse con un sistema de becas educacionales”.

LA EDUCACIÓN ES UN BIEN DE CONSUMO
Extraordinario. Extraordinario cómo reconocemos a nuestro Presidente de hoy en el joven Ph.D en Talca.

Nadie podría negar su excelencia en ser un gran alumno… ¿de la escuela de Chicago?

Parece que sí. Veamos.

La gran novedad de los kioskos chilenos a comienzos del año 1981, era la posibilidad de comprar, semana a semana mediante una revista de circulación nacional, el último libro de Milton Friedman “Libertad de Elegir”.

La primera semana de febrero incluía la segunda parte del capítulo “¿Qué falla en nuestras escuelas?” dedicado a la educación superior. Uno de los títulos es muy sugerente “Educación Superior: la solución”.

Friedman directamente argumenta que “es deseable en el más alto grado que todo hombre o mujer joven, tenga oportunidad de acceder a la enseñanza superior (y destaca Friedman) siempre que él -o ella- esté dispuesto a pagarla en el momento o deduciéndolo de la renta más elevada que la enseñanza le permite obtener”.


Nos da la clave de inmediato, pues dice: “Hay argumentos fuertes en pro de un fondo crediticio suficiente para garantizar igualdad de oportunidades a todos. También de la extensión de la información sobre la asequibilidad de tales fondos destinados a estimular a los menos privilegiados para que aprovechen las oportunidades. No hay argumentos para subvencionar a personas que consiguen enseñanza superior a expensas de quienes no la consiguen. En la medida en que el Estado maneja instituciones de enseñanza superior, tendrá que cobrar a los estudiantes las cuotas correspondientes al coste total de la enseñanza y demás servicios que se le proporcionan”

Hasta aquí nadie lo dudaría: Piñera, de excelencia, el primer alumno.

Pero hay otras cosas que las aprendimos de Friedman en vivo y directo.

Cuando vino Milton Friedman a Chile, fines de Marzo comienzos de Abril del año 1975, cualquiera podrá imaginar la conmoción que eso causó.

Llegaba del norte el padre inspirador y traía un mensaje: “la libertad de los individuos se ve permanentemente amenazada por el Estado[…]todo programa social que se ha iniciado por ayudar a los pobres ha terminado dañándolos y ayudando a los estratos medios y ricos”, asestó de entrada, el mítico economista.

Pero entonces ¿qué debe hacer el Estado, profesor Friedman? Debe limitar su acción a “proteger a los particulares de la coerción de otros particulares […] debe velar por la defensa de la propiedad, defensa contra la estafa, el fraude y garantizar que los contratos se cumplan.”

Fin de la historia: aprendimos, con Friedman y hoy con Piñera, que la educación es nada más y nada menos que un bien de consumo. Duro aprendizaje. Violento.

martes, julio 19, 2011

Tomándonos de las manos para entender el conflicto de la Educación Superior Chilena

Esta es una lista de videos en Inet que sirven (y mucho creo) para rápidamente enterarse de lo que pasa en Chile, por la boca del experto Mario Waissbluth (Educación 2020) y los panelistas de la Tolerancia Cero. Además unas declaraciones por el MinEduc J. Lavín y la Pdta de la Fech C. Vallejo.

Disfruten!

Camila Vallejo en Tolerancia Cero
(6 de Junio)





Ministro Lavín en Tolerancia Cero
(12 de Junio)



Marcel Claude en CNN Chile
(14 de Junio)


El Rector de la U.Chile Victor Pérez en CNN Chile
(24 de Junio)


El lucro en la Educación Superior en Chile
en Tolerancia Cero
(26 de Junio)



Presidente Piñera
(5 de Julio)


Camila Vallejo en la Ultima Mirada
(7 de Julio)


María Monckeberg en SLB
(7 de Julio)


Opinión: Premios Nacionales de Historia y Periodismo
sobre la Mala Educación Chilena
(9 de Julio)


Mario Waissbluth en Tolerancia Cero
(10 de Julio)





domingo, julio 17, 2011

Lady Gaga: ¿Perdimos el gusto por la buena música?

Eso es todo.

No hay mucho que decir.

Entiendo que sea música entretenida para bailar... cualquier punchi punchi sirve.

PERO ES LA IDOLO NUMERO UNO MUNDIAL!!!!

QUE ONDA!!!!!!?????

Eso.

Que en paz descanse el gusto por la música con contenido.

dedicado a los jóvenes mermes que adoran a Lady Gaga
(de repente que prueben la caca, en una de esas les gusta)