lunes, mayo 28, 2007

Tiquitiquitiiii

Hola!!

Fin de semana de pelos! Hice empanadas el viernes en la noche. Había recibido la receta de mi madre la semana anterior. Estaba intrigado por saber cómo me quedarían las susodichas empanadas. Claro, conversando con Papá nos acordamos sobre aquellas fechas en las cuales algunos de los chilenos de Turku nos juntábamos en mi casa en Finlandia. Los adultos se encerraban en la cocina a preparar y hornear las empanadas.


Yo en ese entonces era un petizo, un enano que a veces entraba furtivamente a la cocina, llena de vapores y olores típicos de la empanadas. Había una olla grande sobre la cocina, llena de pino de carne molida. Olor a cebolla salía en cada respiración de la olla. Mamá me daba un poco de pino en un cucharón de palo. Pero sólo un poco, porque el pino era para las empanadas. Aún así, lograba a veces sacar otro poco cuando no me miraban. A veces se oía la risa del Tío Poncho, el místico Tío Poncho, el de los paseos en moto, de la cara huesuda, al que a veces confundía con el rostro del retrato del Ché que teníamos colgado sobre el papel mural color crema del living, el mismo que te hacía reír y te enseñaba lo mucho que había en la vida para disfrutar, aún cuando se estaba enfermo de cáncer. Grande!! Mostro!! Apuesto a que te estás matando de la risa en el cielo, comiendo empanadas y rodeada de hermosas finlandesas rubias.


En fin... bellos recuerdos. Llenos de una felicidad que a veces creo invento o exagero en mi cabeza, pero definitivamnete creo que fueron los años más hermosos de mi vida (no me estoy quejando en todo caso... jajajaja).

Me bebí la mitad del pisco. Pero no me emborraché, pues fueron sus copetitos de la tarde, viendo películas y cocinando. Igual nunca podré domar mi cuerpo, siempre se queja al día siguiente, no tengo estómago pal trago. Bueno... mejor así.

Besitos, abrazos y demases. Qué estén pulentito!

Salud!


PS: Chucha! Casi me olvido. Me quedaron buenísimas las primeras 4 que hice de prueba, este fin de semana haré más. Nos juntaremos a ayudar a Jenny y a Roland a cambiarse de casa, así que tendremos una comilona después. Mataré con la rececta de empanadas de mi madre!

3 comentarios:

chileläinen ystävä dijo...

Hijo: no exageras en nada, lo mas cómico es que cuando limpiaba las paredes de la cocina para cambiar los dibujos de Uds. que yo solia poner, salia un olor a cebolla increible!!!!!!
No me cabe duda que Poncho lo está pasando chancho de la forma que tu dices, donde quiera que esté.
Es una de las amistades que recordaré por siempre.
Te quedaron lindas las empanadas, por lo visto vas a seguir con la tradición de dar a conocerlas fuera de Chile. Te felicito!!!, eres cada vez mas chileno, a pesar de haber creido cuando pequeño que por tus venas corría sangre finesa, lo siento hijo no eres hijo del cartero, con el tiempo he tenido que reconocer que eres hijo de tu padre.

Con todo mi amor

Mamá

Unknown dijo...

Te recordaré esas noches eternas en que se juntaba la chusma chilena en nuestro depa:
si era invierno, nuestro padre con algun socio se ponian trajes térmicos y salian al balcón a pelar y picar las cebollas, cuántos kilos habrán sido, pregúntale al pelado pero pasaban horas afuera literalmente cagados de frio.
Las mujeres se encerraban en la cocina a preparar la masa y el relleno, y como bien recuerdas, nosotros los niños nos confinaban en nuerta pieza a jugar hasta muy tarde en la noche...siempre hablo de noche pero recuerda que en el invierno se oscurecia a las 16 hrs...
Tratábamos de no aburrirnos, no habia video ni menos tv cable...uf!!!!
El depa se impregnaba de olor a pino y el calor que emanaba ese horno era impresionante. A veces nos dejaban ayudar a rellenar las empanadas pero como nuestra fórmula era "uno para el relleno y uno para mi" no nos aguantaban mucho rato.
Recuerdo que instalaban una tabla en el pasillo donde dejaban las empanadas recien salidas del horno, por cientos...pero siempre fueron para venderlas el primero de mayo o alguna otra ocasión social.
Lo más divertido de todo era que se demoraban horas en cocinar pero no más de 30 min en venderlas.

chileläinen ystävä dijo...

Lo que Tania no se acordó es que la tradición era comer las empanadas de la primera hornada, en donde compartiamos con los niños con un rico tecito con leche caliente, un poco de tertulia y luego continuabamos haciendo las empanadas y horneandolas.
LOS FINLANDESES de seguro que no volvieron a comer mas tan ricas empanadas, mal por ellos que les gustaban tanto.