martes, mayo 01, 2007

La poderosa muerte


¿Qué era el hombre?
¿En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes y los silbidos,
en cuál de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible,
lo imperecedero,
la vida?

Todos desfallecieron
esperando su muerte,
su corta muerte diaria,
y su quebranto aciago de cada día era
como una copa negra que bebían
temblando.

Entonces en la escala de la tierra he subido.
Entonces en la escala de la tierra he subido.
Entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Machu-Picchu
alta ciudad de piedras escalares.
Por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos lineas paralelas
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en el viento de espinas.
Madre de piedra, espuma de los cóndores
alto arrecife de la aurora humana.

Cuando la mano color de arcilla
se convirtió en arcilla
y cuando los pequeños párpados
se cerraron
llenos de ásperos muros,
poblados de castillos
y cuando todo el hombre
se enredó en su agujero
quedó la exactitud enarbolada:
El alto sitio de la aurora humana:
La más alta vasija que contuvo el silencio
una vida de piedra después de tantas vidas.

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