Cuando logré entrar en el programa de doctorado, me levanté de enfrente del pc, Gavin había enviado un email contándome la nueva. Era tarde, de noche. Mi mamá estaba ocupada. Caminé a la cocina, quería abrazar a alguien. Lo necesitaba, como cuando pides un pellizco para saber si algo es real y no forma parte de un sueño. Tamara estaba ahí. Me paré enfrente de ella y le dije que me iba, que me habían aceptado.
Recuerdo el abrazo. Genuino, como todo lo que nace de ella y de Romina. Estaba contenta pero se puso a llorar porque me iba. Y ahí supe que aquello que viví el año 1998 iba a repetirse. La pregunta era si ahora que tenía más experiencia sobre el cuerpo iba a poder rendir al 100%.
Venirse a Maré y vivir acá ha sido la prueba de fuego. Otro amigo mío ha tenido su prueba de fuego también. La suya es una nación que bulle en gente, ciencia y tecnología. Los fracasos son cicatrices que se cargan y pareciera que por siempre. Maré es un paraíso de colores verde y azul. La verdad que pocas personas hacen falta para construir una nación xenófoba, alcóholica y tradicionalista (no vamos a añadir religiosa a la lista, pero es tentador). Una cesta de serpientes.
Por primera vez estuve con "blancos" en una festividad local: la Feria Comercial de Maré en Tadine. Y por primera vez sentí la intensidad de una mirada fría que antes no me había tocado en Wabao. Quizás había sido más fácil ignorarlo. Pero en la Feria, junto a centenares de kanaks, se me hizo imposible.
Acá soy un punto blanco que brilla en la oscuridad. Me preguntan si tengo auto, si tengo casa. Si les doy más confianza no hay cómo pararles. Aparecen en la casa a las 4 am, tocan la puerta hasta despertarte, sólo para que sepas que te están vigilando. Porque apenas enciendes una luz, se suben al auto y se van.
Te vigilan. Te están juzgando todo el tiempo.
Cuando entré al programa... no sabía lo desgastante que iba a ser. Lo poco que se logra disfrutar y lo mucho que iba a tener que crecer y frotalecerme para no derrumbarme. Solamente podía adivinar... Hace unos días le dije a Laurel: este lugar me permite enfrentarme a mis límites, encarar mi desesperación, mi angustia, mi soledad, mi incierto futuro. He aprendido tanto ya, que es imposible decir que no repetiría la decisión tomada.
Esto es lo que buscaba. Un silencio brutal que vigila, donde mis palabras no tienen sentido. Pocos poseen oídos para mis relatos, y poco logro escuchar. Esto es estar solo. Aun con un compañero, uno se vuelve independiente. Confías sólo en un par de personas, si es que, y con ellos formas un frente de acción. Pero siempre te vigilan. Y esto perturba y asusta.
Mis limitaciones, mis miedos, mis confianzas, mis desafíos. Le encaro y los hago propios.
Y caen los cocos en la noche desde lo alto de las palmas. El cielo hoy está cerrado.... no habrá bellas estrellas.
Recuerdo el abrazo. Genuino, como todo lo que nace de ella y de Romina. Estaba contenta pero se puso a llorar porque me iba. Y ahí supe que aquello que viví el año 1998 iba a repetirse. La pregunta era si ahora que tenía más experiencia sobre el cuerpo iba a poder rendir al 100%.
Venirse a Maré y vivir acá ha sido la prueba de fuego. Otro amigo mío ha tenido su prueba de fuego también. La suya es una nación que bulle en gente, ciencia y tecnología. Los fracasos son cicatrices que se cargan y pareciera que por siempre. Maré es un paraíso de colores verde y azul. La verdad que pocas personas hacen falta para construir una nación xenófoba, alcóholica y tradicionalista (no vamos a añadir religiosa a la lista, pero es tentador). Una cesta de serpientes.
Por primera vez estuve con "blancos" en una festividad local: la Feria Comercial de Maré en Tadine. Y por primera vez sentí la intensidad de una mirada fría que antes no me había tocado en Wabao. Quizás había sido más fácil ignorarlo. Pero en la Feria, junto a centenares de kanaks, se me hizo imposible.
Acá soy un punto blanco que brilla en la oscuridad. Me preguntan si tengo auto, si tengo casa. Si les doy más confianza no hay cómo pararles. Aparecen en la casa a las 4 am, tocan la puerta hasta despertarte, sólo para que sepas que te están vigilando. Porque apenas enciendes una luz, se suben al auto y se van.
Te vigilan. Te están juzgando todo el tiempo.
Cuando entré al programa... no sabía lo desgastante que iba a ser. Lo poco que se logra disfrutar y lo mucho que iba a tener que crecer y frotalecerme para no derrumbarme. Solamente podía adivinar... Hace unos días le dije a Laurel: este lugar me permite enfrentarme a mis límites, encarar mi desesperación, mi angustia, mi soledad, mi incierto futuro. He aprendido tanto ya, que es imposible decir que no repetiría la decisión tomada.
Esto es lo que buscaba. Un silencio brutal que vigila, donde mis palabras no tienen sentido. Pocos poseen oídos para mis relatos, y poco logro escuchar. Esto es estar solo. Aun con un compañero, uno se vuelve independiente. Confías sólo en un par de personas, si es que, y con ellos formas un frente de acción. Pero siempre te vigilan. Y esto perturba y asusta.
Mis limitaciones, mis miedos, mis confianzas, mis desafíos. Le encaro y los hago propios.
Y caen los cocos en la noche desde lo alto de las palmas. El cielo hoy está cerrado.... no habrá bellas estrellas.
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