Aquí, a veces acompañado por mi propia presencia y su historia de 28 años, me hallo inevitable e inexorablemente observándola. Deben entender desde ya que muchas más cosas no llaman tanto mi atención en este paraje tropical que el comprender a fondo mi propio ser.
Supongo que es una de esas cosas tan pero tan mías, que nunca podrán aprehender el sentido de tanto repaso. Los consejos a este punto ya no caben en la balanza que dirime mi juicio. Aquí, en esta palestra no pueden ser más que espectadores, ya que muchas veces yo mismo siento que no soy otra cosa de este proceso tan raro que me sobrecoge y me domina. Es debidamente espontáneo, sino lo combatiría obsesivamente. Ya me conocen.
Pues bien, este post no se trata de aquellas cosas en las cuales me distraigo con tanta frecuencia últimamente. Mas, se trata de lo poco alienado que logro ser. Me cuesta salirme de esta espiral de preguntas personales. Siempre he sido duro con las acciones efectuadas en llana inconsciencia.
Me gustaría pensar que l@s much@s otr@s que compartimos este vicio de la no-alienación personal nos hayamos separados como una gran familia de rarezas no tan raras: como lo son los coleccionistas de cosas, los fotógrafos submarinistas, los reparadores de microscopios, los contorsionistas y los que creen que son vampiros de verdad. Tanto anhelo, y tan ciego. Tan bonito e ingenuo a la vez.
El gozo de la propia identidad quizás es como un Gonzo o un Rana René, tan contrarios a lo normal y lo estándar. Nada me dice en mi corazón que tal certeza y tal búsqueda me hagan infeliz. Es como si ese niño del cual tantas veces me gusta hablar, ese que vive dentro de mí, me esté sonriendo con esa ancestral sabiduría incomprensible de los dioses de antaño. Esos que tañían el mundo a su antojo cual campana que no sirve sino para despertarnos a todos con sus repiques.
Me siento extrañamente yo, tan feliz con tan poco, podrías decir... pero me parece tanto... que a veces me desborda... y me sostiene ese desborde silencioso en 28 años de existencia.
Ah, sí. Casi se me olvidaba... FELIZ NAVIDAD SAPITOS DE TODOS LOS COLORES Y FORMAS.
Vuestro Rey
Supongo que es una de esas cosas tan pero tan mías, que nunca podrán aprehender el sentido de tanto repaso. Los consejos a este punto ya no caben en la balanza que dirime mi juicio. Aquí, en esta palestra no pueden ser más que espectadores, ya que muchas veces yo mismo siento que no soy otra cosa de este proceso tan raro que me sobrecoge y me domina. Es debidamente espontáneo, sino lo combatiría obsesivamente. Ya me conocen.
Pues bien, este post no se trata de aquellas cosas en las cuales me distraigo con tanta frecuencia últimamente. Mas, se trata de lo poco alienado que logro ser. Me cuesta salirme de esta espiral de preguntas personales. Siempre he sido duro con las acciones efectuadas en llana inconsciencia.
Me gustaría pensar que l@s much@s otr@s que compartimos este vicio de la no-alienación personal nos hayamos separados como una gran familia de rarezas no tan raras: como lo son los coleccionistas de cosas, los fotógrafos submarinistas, los reparadores de microscopios, los contorsionistas y los que creen que son vampiros de verdad. Tanto anhelo, y tan ciego. Tan bonito e ingenuo a la vez.
El gozo de la propia identidad quizás es como un Gonzo o un Rana René, tan contrarios a lo normal y lo estándar. Nada me dice en mi corazón que tal certeza y tal búsqueda me hagan infeliz. Es como si ese niño del cual tantas veces me gusta hablar, ese que vive dentro de mí, me esté sonriendo con esa ancestral sabiduría incomprensible de los dioses de antaño. Esos que tañían el mundo a su antojo cual campana que no sirve sino para despertarnos a todos con sus repiques.
Me siento extrañamente yo, tan feliz con tan poco, podrías decir... pero me parece tanto... que a veces me desborda... y me sostiene ese desborde silencioso en 28 años de existencia.
Ah, sí. Casi se me olvidaba... FELIZ NAVIDAD SAPITOS DE TODOS LOS COLORES Y FORMAS.
Vuestro Rey
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