
Frente a un escritorio, rodeado de madera, afuera un aire menos húmedo pero tan marino como puedo recordar el aire en Maré, me invade esta suave sensación de satisfacción que electrifica mi piel y hace que mis párpados se cierren por un par de inspiraciones que traen nueva paz a una mente algo cansada.
Sin querer, y siempre usando toda mi voluntad a la vez (jejeje, me encantan estas escrituras irónicas) he estado aireando mis pensamientos, y Cristina me ha escuchado. Y yo a ella. Supongo que a la corta (pues jamás estas cosas son tan largas como nos parecen a primera vista) todos llevamos una poderosa maquinaria que anhela cambios dentro de nosotros. Algunos prestan más atención a esos constantes zumbidos y tiritones de un engranaje complejo psicológico que puede por sobre todas las cosas condenarnos con la imaginación, sobre constructos de realidad donde nuestras acciones no nos llevan al error sino directamente a la fuente de la felicidad.
Otros en cambio, como yo, nos perdemos en el concierto misterioso que surge del funcionar de las partes de una mente que nos intriga y nos hace sentarnos a observar curiosos por ese momento en que tornillos y pernos empiecen a salir disparados, silbando por los aires, o que el polvo de los años depositado ejerza su influencia corrosiva y haga detener esa fuerza que nos mueve hacia nuevas experiencias.
Me pregunto cuántos segundos habré perdido en mi vida (y cuántos meses suman todos ellos juntos) estando sentado frente a esta maquinaria, y cuántos de esos magníficos momentos del estar embelezado podría haberlos pasado amando otro aspecto de la existencia, uno menos egocéntrico quizás. Si es que habría valido la pena otro camino. Ya ven... de nuevo... nunca se detiene... es triste ver tanta energía en ello... ya quisiera yo a veces ignorar todo lo que soy. Sumergirme en el anonimato de un silencio donde pueda abrazar eternamente a mis seres queridos sin tener que respirar y a veces soportar esta mente que no descansa.
Bien, basta de reflexiones que ya deben estar aburridos. En esta semana recibí mis nuevos lentes (y estoy a punto de lograr ese corte de pelo que tanto he anhelado), he buscado no tan intensamente -pues por algo se llaman 'vacaciones', ¿no?- tatuajes maories para mi brazo o pecho. Aún no me decido. Supongo que cuando vea el tatuaje sabré dónde.
Visité a Alana, recogí mis juguetes de Warhammer que me estaba guardando en la casa donde antes solíamos acostarnos en el sofá a ver películas. La casa estaba distinta, más fría. Los cuadros de Sally ya no estaban (se cambió de casa, a la suya propia con su novio, ¡bien por ella!). Alana se veía cansada. Yo estaba cansado. Nos veremos hoy en la noche quizás.
Estoy oyendo el disco Veneer de José González, una adquisición nueva en mi biblioteca de mp3s rippeados. Y es como si las notas estuviesen hechas para este post, y cada vez que se arrancan los sonidos de las cuerdas la melancolía que define el perfil de mi maquinaria mental responde con un suave ronquido, parecido al de los gatos flojos cuando les haces cariño.
Bien, la película me hizo reír bastante. Nos regalaron pases gratuitos porque al iniciarse la película el sonido nos dejó sordos (algunos papás tapaban los oídos de sus hijos) y todos salimos arrancando de la sala. Se disculparon y nos dieron una entrada para ser cobrada cuando quisiésemos. Ratón chistoso. La magia del cine supongo. Fuí solo.

Laurel me escribió. Si te dicen que te echan de menos... ¿se supone que debiera sentirme bien o mal al respecto? Yo también te echo de menos algunas mañanas. Y de seguro que seguiré echando de menos tu callada presencia en las playas de Shabadran.
Intenté tocar guitarra. Fue un asco. Tengo los dedos entumecidos. Necesito practicar. Necesito de nuevo a mi profe Hans. Weón, te echo de menos. Ven y toquemos juntos la guitarra en la playa, frente a un fuego cuyas llamas mantengan el frío lejos de las almas. Estoy viendo si me compro una o tomo la que me ofreció Cristina (una china) para practicar en esta segunda tanda que se aproxima, en el paraíso de los no-tan-salvajes kanakis. Pero antes el tatuaje y el corte de pelo.
En todo caso, saluden a Hans el 21. Estará de cumpleaños. Luego estará Laurel, el 22. Amigos. Puta que se les echa de menos. Un abrazote a todos. Los amo muchísimo.
Felipe

PS: Firmé el contrato con CONICYT.
Sin querer, y siempre usando toda mi voluntad a la vez (jejeje, me encantan estas escrituras irónicas) he estado aireando mis pensamientos, y Cristina me ha escuchado. Y yo a ella. Supongo que a la corta (pues jamás estas cosas son tan largas como nos parecen a primera vista) todos llevamos una poderosa maquinaria que anhela cambios dentro de nosotros. Algunos prestan más atención a esos constantes zumbidos y tiritones de un engranaje complejo psicológico que puede por sobre todas las cosas condenarnos con la imaginación, sobre constructos de realidad donde nuestras acciones no nos llevan al error sino directamente a la fuente de la felicidad.
Otros en cambio, como yo, nos perdemos en el concierto misterioso que surge del funcionar de las partes de una mente que nos intriga y nos hace sentarnos a observar curiosos por ese momento en que tornillos y pernos empiecen a salir disparados, silbando por los aires, o que el polvo de los años depositado ejerza su influencia corrosiva y haga detener esa fuerza que nos mueve hacia nuevas experiencias.
Me pregunto cuántos segundos habré perdido en mi vida (y cuántos meses suman todos ellos juntos) estando sentado frente a esta maquinaria, y cuántos de esos magníficos momentos del estar embelezado podría haberlos pasado amando otro aspecto de la existencia, uno menos egocéntrico quizás. Si es que habría valido la pena otro camino. Ya ven... de nuevo... nunca se detiene... es triste ver tanta energía en ello... ya quisiera yo a veces ignorar todo lo que soy. Sumergirme en el anonimato de un silencio donde pueda abrazar eternamente a mis seres queridos sin tener que respirar y a veces soportar esta mente que no descansa.
Bien, basta de reflexiones que ya deben estar aburridos. En esta semana recibí mis nuevos lentes (y estoy a punto de lograr ese corte de pelo que tanto he anhelado), he buscado no tan intensamente -pues por algo se llaman 'vacaciones', ¿no?- tatuajes maories para mi brazo o pecho. Aún no me decido. Supongo que cuando vea el tatuaje sabré dónde.
Visité a Alana, recogí mis juguetes de Warhammer que me estaba guardando en la casa donde antes solíamos acostarnos en el sofá a ver películas. La casa estaba distinta, más fría. Los cuadros de Sally ya no estaban (se cambió de casa, a la suya propia con su novio, ¡bien por ella!). Alana se veía cansada. Yo estaba cansado. Nos veremos hoy en la noche quizás.
Estoy oyendo el disco Veneer de José González, una adquisición nueva en mi biblioteca de mp3s rippeados. Y es como si las notas estuviesen hechas para este post, y cada vez que se arrancan los sonidos de las cuerdas la melancolía que define el perfil de mi maquinaria mental responde con un suave ronquido, parecido al de los gatos flojos cuando les haces cariño.
Bien, la película me hizo reír bastante. Nos regalaron pases gratuitos porque al iniciarse la película el sonido nos dejó sordos (algunos papás tapaban los oídos de sus hijos) y todos salimos arrancando de la sala. Se disculparon y nos dieron una entrada para ser cobrada cuando quisiésemos. Ratón chistoso. La magia del cine supongo. Fuí solo.

Laurel me escribió. Si te dicen que te echan de menos... ¿se supone que debiera sentirme bien o mal al respecto? Yo también te echo de menos algunas mañanas. Y de seguro que seguiré echando de menos tu callada presencia en las playas de Shabadran.
Intenté tocar guitarra. Fue un asco. Tengo los dedos entumecidos. Necesito practicar. Necesito de nuevo a mi profe Hans. Weón, te echo de menos. Ven y toquemos juntos la guitarra en la playa, frente a un fuego cuyas llamas mantengan el frío lejos de las almas. Estoy viendo si me compro una o tomo la que me ofreció Cristina (una china) para practicar en esta segunda tanda que se aproxima, en el paraíso de los no-tan-salvajes kanakis. Pero antes el tatuaje y el corte de pelo.
En todo caso, saluden a Hans el 21. Estará de cumpleaños. Luego estará Laurel, el 22. Amigos. Puta que se les echa de menos. Un abrazote a todos. Los amo muchísimo.
Felipe

PS: Firmé el contrato con CONICYT.
2 comentarios:
hola hijo que onda?
acuerdate que fuiste de vacaciones a auckland, vamos a cambiarle nombre al blog por estos dias, le vamos a poner "filosofiando en Auckland" que te parece?
Vas a aprender algún día a vacacionar o mejor dicho a flojear de cuerpo y alma? a estas alturas lo veo difícil!!
Pasalo chancho, a concho, no pienses tanto, aprende de tu madre y de tu abuelo a vivir mas como los pajaritos, volando a media altura, sin dispararse mucho hacia arriba y sin profundisar demasiado....
Puede que la receta no sea buena, pero pucha que ayuda a sobrellevar las eventualidades de la vida...
Disfruta estos últimos días y de una aceptate como eres, para mi eres lo máximo, gracias por ser mi hijo, te amo y extraño muchísimo.
Besos.
Mamá.
yo estoy de acuedo con la tia, aunque si dejas de enrrollarte en tus pensamientos el blog no va a ser tan choro, asi que dale nomas :D
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