sábado, marzo 08, 2008

El Retorno...

Mirar hacia atrás, las últimas semanas: vacaciones, sobrin@s, prim@s, amig@s, hermanas y padres, es cada día más difícil. Una niebla espesa crece sobre la tierra que nutre esos recuerdos, con la esperanza de que la helada mañana la transforme en ese rocío congelado del invierno. Permítanse la Edad de Hielo... quédense para siempre congelados, porque volveré un día a descongelarlos para vivirlos.

Ahora miro de nuevo hacia delante. No puedo evitar suspirar. Papá mencionó que intentase sacudirme la tristeza. No lo logro. Mientras tanto me ahogo en la pega de revisar videos, dormir hasta tarde, garrabatear algo en inglés para presentar mis resultados año 2007.

He aprendido tanto en las otras áreas que siento vergüenza de no poder decir lo mismo desde lo académico, ahí crece el monstruo sin rostro de la inseguridad, del sentirse un alienígena en países extraños (uno más que el otro). Cada vez que le miro creo que saltará sobre mi para comer y robarme el rostro. Le doy esquinazo por la duración de este post, y luego de correr un par de cuadras imaginarias y estrujar el sudor de mi camisa de jogging sobre una poza de agua salada con olas de atardecer, me concentro de nuevo en el mensaje (in)constante de mi blog.

Esto es por ti, para que te canses... para que agotes opciones... para que crezcas.

Y es cierto. Funcionó. Hoy reconozco los relieves que me llevan hacia el hogar. Ese lugar que voy a construir. Noto de inmediato que he suprimido la expresión añoranza. Nada peor que un pusilánime hipócrita. Ya no añoro cosas. Tengo claro lo que soy capaz de hacer y lo que no. En mi caso, esta certeza no se ha hecho carne sin antes haber probado mis límites lejos de quienes me vieron crecer, en situaciones extremadamente bizarras. Aprendo lento, gracias a esa tozudez que corre en la familia y que he sabido glorificar con grandes fracasos y alegres éxitos.

Me gusta sentarme en silencio con mis amigos. Hay un entendimiento claro de que soy esa silenciosa silueta llegada de Chile, a quien le cuesta hoy más hablar fluidamente sobre si mismo. El contraste invisible consiste en las disputas internas, llamadas diálogos personales, donde muchas causas pérdidas se están transformando en fronteras nuevas de una personalidad que se construye activamente, bajo esa máscara de weón silencioso. Fronteras que no necesitan muros. Fronteras coloreados por carteles que dicen:

PELIGRO
MINAS ANTIPERSONALES

Al igual que los carteles del Desierto de Atacama. Parece increíble que en medio de la “nada” hayan barreras no-sólidas, enterradas fuera del escrutinio visual, letales, ímpias. Meterse ahí asumiendo el riesgo que se corre, de no poder volver jamás al camino que juntos emprendimos, mis sueños y yo, es algo que no deseo hacer.

El desafío de este año es vivirlo sin grandes tropiezos. Lograr terminar mis experimentos en la isla, porque la plata se acaba pa’ los cuerveros como yo y volver a Auckland a terminar la tesis. Quemar la etapa académica para siempre. Además, la incerteza se cierne sobre nuestro equipo como una amenazante tormenta, natural pero potencialmente destructiva: la esposa de uno de mis tutores ha desarrollado cáncer, con metástasis.

Diréis quizás Felipe se está dejando afectar por cosas, de una manera que no debiese ser. Conozco a los niños. He vivido con ellos. Me cuesta no involucrarme.

Este año pasado me ha vuelto un sentimental. Valoro la familia por sobre todas las cosas. Es un tipo de amor –en la mía al menos– que no respeta límites. Podemos tener problemas, decirnos cosas que hacen daño, omitir hasta producirle dolor a los otros, pero siempre volvemos a ese recuadro del tablero, donde es imposible ignorar las caricias del pasado y lo mucho que cuesta estar lejos el uno del otro (aunque nos convenzamos de que es por el bien general). Lo mucho que necesitamos del otro para que el mundo brille más ante nuestros ojos. No quiero dejar de jugar este juego que mis padres me enseñaron, donde los límites que no están construidos de amor –ladrillo a ladrillo– pueden botarse, olvidarse, transformarse en círculos de afecto cada vez mayores.

Más callado. Más atento. Más cariñoso. Más generoso. Más sano.

Menos torpe. Menos ensimismado. Menos aburrido. Menos quejumbroso.

Son mis deseos para este 2008.

Cualquier cosa, cuenta conmigo. Aquí estaré.


Luisa Moana, hija de Jenny y Roland
(por Simon G.)


Simon
(¡¡con una pinta de papá que no se la puede!!)


Ready-for-Tennis-match Andreea, Simon


Jenny y sus facetas

Roland (el orgulloso padre)

El Autor babeando con guaguas ajenas

Preciosa, linda, traviesa: Romina

La Señorita NO!

¡¡Feliz Cumpleaños Mamá!!
(Andrea, atrás)

Silvia, Papá y la que nunca falta en una foto: Tamara

Tania y sobrina Constanza Sofia

Tania, Vicente, Constanza y Claudio

Constanza, aprendiendo a sonreir

Vicente, la Super Laucha

El genio artista, Cristian, y su primo

En su máxima expresión, Cristian.

Pia, Tamara (... de nuevo)

María, Abuelo Manolo.

Yoana.

Kurt, Yoana (pololos).

Shiiiiaaaa: Tamara (sí, de nuevo...), Daniela.

Bribri de las Escaleras, Paulina.

Orni y Lagarto, Mauricio y Rodrigo.

Sra. Orni, Angela.

El inolvidable, el único, Pega-Pega Tigretón: Tomás.

Hermano, Insular Hans. Primo Cristian.

1 comentario:

noib dijo...

profesor, un saludo a al distancia.
wen post, wenas fotos, wenos recuerdos.

fuerza suerte y ánimo, en el duro camino de la cienCIA