Malditos microbios, malditos resfríos. En cama por los últimos días, entre afiebrado y con molestias generales corporales, nadie sabe si es una nueva moda denguística (esto es broma, por si acaso, pa' que no se preocupen en vano) o si es la fiebre del amor repentino que arrebata toda fuerza ajena a la de los abrazos en serie, cariños suaves y risas nocturnas.
Me atosiga el trabajo pendiente, al cual persigo con el fin de atrapar y ponerle arnés y riendas.
Discusiones fecundas con Alex, poniéndonos por fin de acuerdo con nuestras discrepancias, es bacán poder entenderse, aun cuando me cuesta mil horas escribir mis ideas en inglés y leer papers llenos de caracteres indescifrables y dibujos idiotas son mujeres con cola de mono que viven en el Amazonas y que vuelven locos a los exploradores blancos.
Y sí, debe ser la fiebre tropical, estos párrafos no tienen más sentido que el p=.05 de Tamas y Jompoma y los mil tests estadísticos que se sonríen desde las puntas de las llamas de mi intelecto agotado, estrujado por las mismas malas vibras que rondan la mente de Hans en Auckland sin su mochila de 22 lucas perdida por Aerolíneas Argentinas...
Y la postcolombinidad... ¿cuándo?
O sí... estoy febrilmente enamorado... es una sensación sin igual...
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