lunes, enero 07, 2008

A Pete, Tricia, Levon y a Freiya

Qué tal sopilotes!

Yo? Pues bajo los relajantes efectos del pastis que me regaló Laurent. Una bebida que jamás podría haber imaginado, algo tan adecuado para mis gustos raros, que me embriago fácilmente con él, porque es dulce y me recuerda a los caramelos de la infancia (ya verán, el anis se parece un poco al regaliz, componente típico de los dulces escandinavos -a todo el mundo le parecía raro que a mí me gustaran esos dulces).

Bueno, la cosa es que acabo de despedir a los kiwis que vinieron de visita a Maré (los nombres en el título del post), vinieron a degustar el pollo a la Medina, un plato típico de mi túnico padre ( de "t" no está demás, es como lo dice Tamara) que con mucho gusto he aprendido y he hecho mi propia versión, la cual a suscitado elogios numerosos ya. Mil gracias por los degustadores, ahora otro trago de pastis... ahhhh... qué delicia, parece un diario de un borracho esta wea!!

No ha pasado mucho, había estado lloviendo a mares pero nada comparado al calor húmedo que ha hecho, como le mencionaba ayer a la flaquitz buenamoza de Dani (miren cómo ando de gandúl y borrachín), hacen unos 34, 33 º C pero la humedad es una wea ridícula. Peor donde tengo que trabajar, en la mitad de la selva, en el plateau, donde la brisa fresca del mar tarde mal o nunca -otro traguito de pastis, perdónenme... uuuuuuh, qué rico- llega y refresca como en casa, en N'caparel. Al lado del mar la historia es otra.

En fin, la cosa es que invité a los kiwis a comer y yo, y mi gato, lo hemos pasado de lujo, y según los comentarios de Pete y Tricia, ellos también lo han pasado estupeeeendo. No tan estupendo como lo pasaré con Flans Potosocotoc (Hans Pottstock) cuando llegué a kiwilandia por supuesto, esa wea será el acabose. Voy a mostrarle el lado lindo a Hans y dejaremos cicatriz por donde pasemos, así de simple.

Me dejaron email y todo, invitado pa' cuando vuelva a Auckland. Así que piola.

Esto de estar solo como perro huacho pulgos de calle asquerosa, lejos de casa y de la familia a veces no es malo -otro trago de pastis, qué rico, ya estoy borracho-, pero cuando vuelva vereis lo cambiado y no cambiado que estoy. Son esas sutilezas que pocas personas pueden notar. Esta vivencia me ha transformado profundamente -otro traguitz, pa' ponerle color no más- pero ya sé que no se notará.

Fue como cuando se fue Tigretón. Como de vez en cuando le hablaba por teléfono, chateabamos, buena persona Tomás, lo quiero mucho, y le echo de menos, y noté algunas de las cosas que en él cambiaron. Los demás dirán: es el mismo aweonado de siempre (perdone socio, tome un traguito de pastis, es solo for the sake of the story, pero NO. Estaís equivocados. Cuando se está lejos y A-I-S-L-A-D-O el mundo lo transforma a uno, especialmente en esas áreas que están protegidas por el círculo social. El modo de trabajar, el modo de pensar y ver las cosas m1

Y esto es gravitante, la gente que se queda en Chile sigue viviendo su vida, sin un agente (tú) que faltara en su rutian diaria pero que volverá tarde o temprano (no es como cuando alguien se muere), y por ende pueden continuar sus vidas sin grandes cambios. Esto no significa que la ausencia no sea importante, sino más bien que se puede suplir con la presencia de otros de la red social que uno se haya construído de antemano.

Bien, el que se va se SEPARA de la red. Se aisla por un propósito que cree noble, sustentable, o simplemente diferente de lo que he vivido antes. Eso basta a veces. Pero puede estar equivocado, pero eso es trivial. Lo cree. Y lo vive como tal. Sacrifica las cosas y las personas que constituyen esa red social que le otroga identidad, para descubrir otra cosa: uan curiosidad, una promesa, un sueño.

Es difícil explicar esto. Y no es una cosa de hombres. ni de weones imberbes o atarantados. No. Yo sé que Tigre me entiende. Vivió lo mismo por 6 meses. Sabe lo que es volver, sabiéndose distinto y encontrándose con aquello que le disgusta. Te cambia la persepci>n de las cosas estar solo por un largo tiempo. Lejos de la familia y de los amigos. Lo mismo me dirán Poli y Nelson, en esa Francia de mierda que acá he logrado degustar un poco mientras he estado acá (con la excepción de los latinizados: Le Menec, Zickgraf, Martínez, que son familias pulentas y que me importan muchísimo). Todo cambia. Pero es porque uno cambia en las nuevas circunstancias, de otro modo no sobrevives entero.

Las circunstancias se sientan al frente en la mesa de negociación, tus convicciones en el otro extremo. Es una negociación dura. Cagativa, muy personal. Es tan personal, que a veces el amor no tiene cabida (pero esto es sólo en mi caso). Tigre, volviste y desde que volviste y que me fui, que puro quiero volver a verte pa' hablar de estas weas. Que a veces parece que nadie más puede entender.

Yo sé que el año anterior vi a Camilo, y que sólo pudimos compartir un lado común, ahora cuando volvamos a vernos, habrán más cosas de qué hablar y compartir, y será bacán. Lo sé.

Lo mismo me pasa con mi gemelo Pedro. Mi hermano del alma, el que siempre me niega, maricón -otro trago de pastis sino la pena se me sube al rostro y a los ojos. El está viviendo duros tiempos, de los cuales poco puedo imaginar, la verdad. Siento a veces que el volverá más herido que todos. Pero recuerdo entonces que él tiene algo que nosotros no tenemos: el amor de un matrimonio joven y fresco, que todo lo conquista. Eso es algo que yo no he tenido jamás, y por ello, me saco el sombrero, y tengo la esperanza de que tarde o temprano él se dará cuenta de ello y lo comience a apreciar de verdad, como lo hace la gente que cuando abre la llave del agua en la cocina o del baño obtiene agua fresca y potable, y lo hace así pensando en los pueblos africanos o sudamericanos que no pueden pagar por ese lujo.

Tarde o temprano, amig@s mí@s, esta cuenta la pagaremos cara. Y cuando lo hagamos, los que tengamos más experiencias en común tenderemos a juntarnos más.

He dicho! Buenas noches, Papá, esta noche se la dedico a las dificultades de Chacabuco, a la falta que te hizo el pastis, tu hija y tu mujer, y el resto del sentido del mundo.

Te quiere enormemente, tu hijo borracho de pastis, Felipe


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