
Yo había dejado de dormir en el suelo hace unos días, me despertaba lleno de picadas. Había comenzado durante la época en que Pichichu aún rondaba por estos lados, la maldita alergía de dejaba con sendas ronchas. Pa'l chico, la picazón insoportable.
Decidí entonces, hace poco, volver a dormir en las alturas. Obviamente, dejé de despertarme con picadas, pero por el otro lado empecé a dormir más de la cuenta y me costaba levantarme de la cama y ponerme a trabajar.
Bueno, a veces me gusta tomarme una siesta en el suelo de mi pieza. Y con los días que ya habían pasado, así como cerca de una semana y media ya, pensé que las pulgas se habrían virado del suelo. Miren que barro el piso todos los días. Varias veces si hace falta. Como lo dije en un comienzo... cada día es como un cementerio de bichos, y parece que uno atrae a todos los mirípedos hacia uno también (mil pies), las sábanas llenas de bichos en la mañana.
En fin, la cosa es que estaba ahí echado esta noche, leyendo un paper sobre MEMRI (algún día se los explicaré en más detalle, pero significa imagen de resonancia magnética aumentada por Manganeso, Manganese Enhanced Magnetic Resonance Imaging) en el sofá del living con el ventilador a todo chancho, sin polera, sudando a mares mientras afuera caen sapos y culebras -llueve- y por el rabillo del ojo reconocí el movimiento y la forma corporal típica de un roedor pequeño (un ratoncito).

¡¡¡DENTRO DE LA CASA!!!
Ya... sabía yo ya de la existencia de Ratón Town, en plena expansión a todo esto, en nuestro entretecho... meten una bulla infernal a veces... especialmente cuando pelean... los chillidos... un chiste la verdad. Pero ya dentro de la casa, eso sí que no po.
Así que me paré al touch y con escoba y linterna en mano ubiqué al miembro de la Familia Rodentia bajo el escritorio de Alex y me dispuese a echarlo ceremoniosamente de la casa. Un poco de bulla hizo la pega, primero corriendo en dirección contraria de la puerta y luego de regreso, logré ver lo fácil que le fue escabullirse por medio del espacio entre la puerta y el piso.
De modo que lo he barricado todo, con tablas de madera. Espero que no vuelvan a entrar por la rendija. Durante el día tendré, parece, que dejar todo cerrado (ventanas incluídas) para mantener a los ratoncitos a raya. Y con ello creo haber resuelto el misterio de las pulgas que seguían apareciendo en el piso.
Puede ser que sean de ratón.
Maldita mi formación biológica, que me permite tomarme esto con Andina y no hacerme atados por picaduras de pulgas de roedor. Casi un tema de almuerzo con la familia...
Bueno... así no más resultó la cosa... ratitas... del techo ni se les ocurra bajar... si no, será la guerra. Hay trampas y todo (veneno) en la isla. Pero mientras no bajen a la casa, a mí me da maní que vivan arriba. Pero esto ha sentado el claro precedente: un incidente que ha mancillado la historia armónica entre nuestras dos naciones...
Decidí entonces, hace poco, volver a dormir en las alturas. Obviamente, dejé de despertarme con picadas, pero por el otro lado empecé a dormir más de la cuenta y me costaba levantarme de la cama y ponerme a trabajar.
Bueno, a veces me gusta tomarme una siesta en el suelo de mi pieza. Y con los días que ya habían pasado, así como cerca de una semana y media ya, pensé que las pulgas se habrían virado del suelo. Miren que barro el piso todos los días. Varias veces si hace falta. Como lo dije en un comienzo... cada día es como un cementerio de bichos, y parece que uno atrae a todos los mirípedos hacia uno también (mil pies), las sábanas llenas de bichos en la mañana.
En fin, la cosa es que estaba ahí echado esta noche, leyendo un paper sobre MEMRI (algún día se los explicaré en más detalle, pero significa imagen de resonancia magnética aumentada por Manganeso, Manganese Enhanced Magnetic Resonance Imaging) en el sofá del living con el ventilador a todo chancho, sin polera, sudando a mares mientras afuera caen sapos y culebras -llueve- y por el rabillo del ojo reconocí el movimiento y la forma corporal típica de un roedor pequeño (un ratoncito).

¡¡¡DENTRO DE LA CASA!!!
Ya... sabía yo ya de la existencia de Ratón Town, en plena expansión a todo esto, en nuestro entretecho... meten una bulla infernal a veces... especialmente cuando pelean... los chillidos... un chiste la verdad. Pero ya dentro de la casa, eso sí que no po.
Así que me paré al touch y con escoba y linterna en mano ubiqué al miembro de la Familia Rodentia bajo el escritorio de Alex y me dispuese a echarlo ceremoniosamente de la casa. Un poco de bulla hizo la pega, primero corriendo en dirección contraria de la puerta y luego de regreso, logré ver lo fácil que le fue escabullirse por medio del espacio entre la puerta y el piso.
De modo que lo he barricado todo, con tablas de madera. Espero que no vuelvan a entrar por la rendija. Durante el día tendré, parece, que dejar todo cerrado (ventanas incluídas) para mantener a los ratoncitos a raya. Y con ello creo haber resuelto el misterio de las pulgas que seguían apareciendo en el piso.
Puede ser que sean de ratón.
Maldita mi formación biológica, que me permite tomarme esto con Andina y no hacerme atados por picaduras de pulgas de roedor. Casi un tema de almuerzo con la familia...
Bueno... así no más resultó la cosa... ratitas... del techo ni se les ocurra bajar... si no, será la guerra. Hay trampas y todo (veneno) en la isla. Pero mientras no bajen a la casa, a mí me da maní que vivan arriba. Pero esto ha sentado el claro precedente: un incidente que ha mancillado la historia armónica entre nuestras dos naciones...
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