De cualquier forma, hoy me siento ágil de mente y hablador, quizás sea la presencia de la prensa extranjera, quién sabe. Así que Pippa, aquí va:
El título del post lleva la palabra del Nengoné,
Gadá (así se pronuncia en español, pero no tengo la menor idea de cómo cresta se escribe en Nengoné). De todos modos, significa blanco, como en el color blanco. Pero se usa para designar a los hombres y mujeres de piel blanca en Maré. Cuando estás entre kanaks y oyes la palabra
gadá, seguramente te están pelando duro y parejo.
Vivir en una isla pequeña, de 6000 habitantes, en el trópico, se puede complicar un poco (desde la perspectiva de un
gadá). Notas de inmediato que tu color de piel no abunda, no se ve, ni se siente, ni se huele. En cambio, ese color café tostado bacán (a lo cubano, digamos) abunda por donde mires.
Siendo la historia Maré una de tribus guerreras que acostumbraban a comerse unas a otras, de colonia británica evangelizada por diferentes iglesias hace menos de 250 años atrás, de costumbres kanaks enraizadas, arrancadas, replantadas y protegidas, corrompidas y transmitidas a las nuevas generaciones por medio de un sistema social donde la propiedad privada casi no tiene validez alguna (lo tiene toda la propiedad familiar, del clan y de la tribu), vivir como un extranjero acá es toda una hazaña. Imagínense caminar por la calle y que todos se den vuelta a mirarte, y de que estás bajo la lupa de las costumbres, so pena de ser rápidamente excomulgado si transgredes las 'normas' locales. Eso debiese darles una noción de la situación basal.

Ahora bien. Si añades a este guiso experiencial, la presión del trabajo (uno normal: ser doctor, profe, enfermera, veterinaria, mecánico, o chef instructor) en una comunidad que espera a que te equivoques en grande para darte las mil patadas en el culo y echarte en menos de lo que canta un gallo, entonces... ya puedes comenzar a imaginarte lo que es ser un
gadá en Maré.
A los estudiantes como Alex y yo, no saben muy bien dónde colocarnos. No entienden muy bien lo que hacemos. Les parece increíble (de esa incredulidad boquiabierta, de grandes ojos) que los cuervos son interesantes, únicos y dignos de estudio. En especial, cuando aquí son objeto de prácticas de
tiro al blanco con escopeta. Es de inmediato comprensible, que parecemos bichos raros para ellos.
Además, la mayoría de ellos se han informado de nuestras actividades investigativas pro medio de la TV o de los periódicos. Muy pocos de ellos han visitado nuestro aviario para simplemente saciar su curiosidad. Y cuando lo han hecho, se sonríen y te miran con nuevos ojos. Para ellos la jaula es una
chasse para los cuervos. Se ríen por ello. No les cabe la idea de construir una casa (o una jaula en este caso) para un animal... los chanchos no cuentan, porque los corrales difícilmente pueden ser considerados construcciones (desde el punto de vista del diseño y el acabado al menos).
Somos algo no-natural, en las palabras de un pueblerino alegre.
Al menos puedo contentarme con que vean a los cuervos con nuevos ojos, porque a mi no me verán sin esta piel más blanca que la de ellos.

Tener la posibilidad de hacer un doctorado acá es definitivamente única. Claro que yo no me apresuraría y diría que es "la raja", "increíble", "envidiable" u otro adjetivo parecido. No, tiene sus lados ampliamente difíciles de enfrentar. No solamente porque eres
gadá, sino porque eres culturalmente incompatible, culturalmente incomprensible para los nativos, y por ende, inmiscible.
Claro, siempre pienso cuando veo un kanak que orgulloso lleva una insignia o una polera del Ché Guevara, y que habla rápido y con veneno sobre los
gadás, y del dinero que supuestamente tenemos y que no compartimos con ellos, de lo contradictorio de su discurso... pero bueno, todos caemos en ese tipo de errores.
Entiendo el porqué vean a los franceses así, incluso que vean a Alex de ese modo. En la cara se les nota el fenotipo europeo, y la historia pesa en las naciones que se formaron por medio de un proceso de colonización. Sin embargo, yo caigo en el mismo trato. Mis amigos se matarían de la risa si yo me creyese el cuento de tener pinta de europeo no-latino. Me dirían, como tantas veces:
que soy más chileno que los porotos.
Me pregunto si los kanaks llevarían orgullosos sus poleras del Ché, si supieran que por extensión, si un sudamericano es
gadá, entonces el Ché es un
gadá.
Me doy cuenta de que mi doctorado es especial. Vives con una presión social que no es fácil de soportar. Hay que tener cojones y temple para aguantar sin desmoronarse. Tener muy buenos amigos es el escape natural. De esos que compartan tu mentalidad. De esos que escasean en Maré. Jejeje... inevitable...
Ahora, por último... imagínense la presión de los estudios sobre sus hombros mientras están en un lugar así. Ahí si que los quiero ver... tener que hacer los experimentos para una tesis en estas condiciones... pues, es un loro sustancial
per se, sin siquiera considerar las publicaciones... eso me parece ahora más bien, otro pelo de los miles que hay en una cola...
Me saco el sombrero ante Alex, y por supuesto, Jennifer, la que lo inició todo después de Gavin... Es un orgullo brígido de tragar (porque a veces las lágrimas se aglomeran en la garganta), pero orgullo al final, el solo hecho de conocer personalmente a estudiantes así.
Cuero de chancho...¡Amén!