Me costó caleta volver a escribir sobre este último trozo del viaje al Norte. De alguna manera hallé tantos pretextos que nunca me hice el tiempo para elegir las fotos y revivir los momentos especiales de esta osada escapada. Fue una alegría indescriptible estar con los Gomila. Siempre los llevaré en el corazón. Gracias Mau por acompañarme, por embarcarte en la difícil tarea de abrir ese hoyo negro (del tiempo y espacio) para teletransportarte hasta estar bajo un Sol inclemente, para probar la sal de la tierra y ver las ruinas de nuestros antepasados.
El Viaje al Centro de la Tierra Atacameña II
Aventuras de Horny-torrinco, Pejelagarto y Marmota
Hilando la historiaBueno, llegamos la noche del Día 4 (Vi) a San Pedro. Lo último que habíamos visto fueron los flamencos de Chaxa y la Reserva de Los Flamencos del Salar de Atacama.
Días 5-6-7
No nos costó la verdad demasiado encontrar un hostal donde quedarnos por un sablazo de plata la noche. Commonwealth y la sua. Arreglado. Teníamos camas y había inclusive ánimo para salir a mirar el pueblito y comer algo en un restaurant cuico.
Al final, nos acostamos retarde, bien comidos, bien bebidos, me sentí todo un hobbit. Habíamos conversado, aguantado el frío a más ya no poder y estaba personalmente agotado y listo para entregarme a los brazos de Morfeo (por fleto que suene) para despertar fresquito al día siguiente.


Los Tres MosqueperrosNos esperaban las Termas de Puritama, camino a los géisers del Tatio. Hicimos el trip corto hasta ahí (a 10 kms de San Pedro), sin llegar al Tatio of course. Escogimos nuestra posa número UNO para bañarnos. Con cascada, matapiojos, pendejas aweonadas y todo. Espectacular tarde. Horas de placer temperado (32 grados Celcius para ser precisos). Fue como estar bajo una fuente de la juventud con fuerte olor a huevo duro (azufrado rico).





Momento Gay-Ser


Volvimos a San Pedro. Salimos con ánimos de carretear y celebrar el cumple de Mau hasta las tantas horas, al menos Lagartija y yo. Orni se nos unió un poco más tarde. Porque inclusive hubo una incursión orca esa madrugada. Jejeje... Mau era el único que intentaba hacerse escuchar, la cordura era su lema.
Se suponía que ibamos a levantarnos temprano, onda ultra temprano para subir detrás de los convoys de turistas para llegar al Tatio. Los géisers. Bueno, nos despertamos tras dormitar una hora cagona y media. Con las medias ojeras decidimos en silencio mandar al Tatio a la cresta y dormir hasta que nos echaran a las 12. La incursión orca había drenado nuestras fuerzas... lo más hermoso fueron, desde mi punto de vista personal, las estrellas del cielo esa pasada madrugada junto a un lecho de un río. Lo demás fue ese drenaje poco voluntarioso de los orcos sedientos de carne fresca.
Al salir del Hostal, teníamos claro que había que regresar a Antofa a eso de las 20 hrs. El bus de regreso a La Serena salía a las 23:15. Así que teníamos que visitor las Ruinas de Tulor y el Pucará de Quitor en tiempo récord. Igual no estaba tan apretado el itinerario. Si hasta nos tomamos sus recreos en Tulor y Quitor (en la Torre de Mordor).
Camino a Tulor
Las Ruinas de TulorEl Pucará de Quitor


Después de (i) una infinidad de fotos, (ii) mucho Sol, (iii) una subida “a lo joven” hasta la Torre de Mordor –donde la vista del Valle de la Muerte y del Salar del Atacama todo lo vale y cala hondo en el ego personal– guiados por los resbaladizos movimientos de nuestro geólogo amigo, y (iv) unas chelas al lado de esa horrible cruz tetralingüe que los católicos construyeron en ese inmenso cerro “a coté” del Pucará, abandonamos Quitor con una inmensa satisfacción de la misión lograda, sólo comparable al dolor producido por las quemaduras en la espalda de Mau. Pero esto último solamente me lo puedo imaginar.


La vista del Valle de la Muerte desde la Torre de Mordor
Sólo nos faltó tiempo para las Cavernas de Quitor, los Géisers del Tatio y las Mil y Una Maravillas Geológicas que la mente de mi geólogo amigo puede llegar a concebir en un estado de delirio creativo.
Dormimos raja esa noche en el bus de regreso a Serena. Tendríamos todo el día para pasear en Serena y Coquimbo, al despuntar el mediodía. El recuerdo de los Gomila me arropó en el bus contra el frío de la noche.

Al día siguiente paseamos con Mau en Coquimbo y en Serena. Mau me llevó a un restaurant-picada llamado El Rincón de Yenny donde hicimos honores a todos los romanos y sus dioses del apetito voraz. Más tarde caminaríamos por el Centro de Coquimbo, visitamos la Feria del Libro en Serena y unas cuantas ferias artesanales de cualquier cosa menos artesanía autóctona. En fin...
El viaje fue un acierto, y un éxitazo. Mil gracias Commonwealth, Conicyt y Marsden Grant. Gracias Mau y Rodrigo. También a Loreto, Carolina y Alfonso.
Un abrazo a todos. Nos vemos pronto... cuando menos se lo esperen.
;)